Descripción:
Bueno, el viernes empezó torcido; yo pasé una noche de pena y tuve que ir al médico por la mañana y estos: Cristian, Inés y Gabri, (y Cobita) que ya andaban por allí y que iban a instalar antes se quedaron tirados con el vehículo lunar, y ahí empezó una odisea que les llevó de un lado para otro, llamadas, etc.. con todo el material a cuestas hasta que al final consiguieron arreglar la furgo para el final del día y tener un sitio dónde dormir (la oficina de Turismo de Trescares) asi que gracias a las gestiones y a la gente maja que te ayuda en estos bretes se pudo seguir adelante con la actividad.
Por nuestra parte, Gustavo, Emilio, Donchu y yo subíamos desde Madrid, pero poco podíamos hacer pues hasta la noche no llegábamos.
Una vez allí todos decidimos madrugar para poder realizar la actividad en tiempo ya que nos habíamos comprometido a ir a cenar a Oceño la noche del sábado, y la sima estaba sin instalar previamente así que había que funcionar finos para poder instalar, bajar, ver la sala azul, subir los siete y desinstalar en tiempo.
Todos decidimos madrugar, sí, …pero cuando Cristian abrió la puerta y encendió luz a las 6:45 horas no pude evitar sentir cierta antipatía por el ejecutor material del madrugón, que, por supuesto se fue disipando, jajajaj, y fruto de ello salimos todos a las 8 en punto tal como habíamos acordado la noche anterior (¡increíble!)
Una vez en Oceño, nos reunimos con Ibone, y subimos todos con los coches hasta la torca (se aparca bien cerca).
Sobre las 10 y media empezaron a instalar Gabri y Emilio, que iban a buen ritmo para lo que implica esta Torca de tantos metros y tan fraccionada en su bajada por la Vía de las Señoritas que era la que libamos a hacer.
Una hora más tarde, empezamos a bajar los demás que andábamos de cháchara en la boca de la torca con un tiempo más que apacible, en medio del prado.
La primera parte que comprende un P11+P15+P25+P5+P5, la instalamos con una cuerda de 70m
Después con una cuerda de 55m la continuación de la bajada hasta la bifurcación. (con una de 50m vale)
Luego la primera parte de la Vía de las Señoritas, con dos cuerdas de 50m porque es lo que teníamos, pero son 45 y 40m, y la segunda parte de la Vía con 30m.
La parte final con cuerdas de 30 y 45m.
Y yo llevaba una de 25m y un pingo por si acaso que me acompañaron torca abajo y torca arriba con todo el cariño que eso hace que desarrolles por tu saca…lo de llevarse a patadas a veces no es solo una frase hecha…
Una vez acabamos el descenso, se podía uno asomar a ver la Sala de La inundación, yo lo hice a la vuelta y estaba seca, pero se veía claramente hasta dónde llegaba el nivel del agua cuando se llena. Saliendo de ella justo en la dirección opuesta se avanza por una galería hasta que no tardando mucho se da con el tramo de paso gateroso por el que hay que progresar para acceder a la Sala Azul.
Estuvo divertido…perdí de vista a Donchu al comienzo del paso y me encasquillé por abajo encastrándome en un lugar por dónde no había continuidad, y venga golpes en el casco que no me cabía, jajajaj, pero bueno con paciencia reculé hacia atrás y ya conseguí ver bien a Donchu que había bajado un poco para que le viera y cogiera bien el paso, y ya fue todo benne hasta la sala, arrastrándose y tal, pero con más dignidad y progresando, jejeje.
Y bueno tras tanto arrastre salimos a la Sala Azul, dónde una vez más la realidad supera la fantasía ¡estalactitas y banderas azules! La verdad es que era muy chulo, aunque siento decir esto, pero serían más chulas si la gente no las tocara con los guantes llenos de barro. Igualmente es muy bonito.
Estuvimos disfrutando de las formaciones, bicheando la sala y haciéndonos unas fotos hasta que decidimos que tocaba vuelta pues habíamos quedado a cenar en el restaurante de Oceño y además estaba Inés esperándonos fuera con Cobita.
Así que, tras cargar pilas con un tentempié a la salida de la gatera, nos dispusimos a emprender la subida.
Emilio empezó desinstalando y luego Gabri, por último, tomaron el relevo Cristian y Gustavo, dejamos a lo más habituados a estas destrezas que actuasen, por no retrasar la salida y llegar a tiempo a la cena.
Asi que, venga a subir! ¡Y venga a fraccionar para arriba!, un tramo, otro, y otro, en silencio, sin prisa, pero sin pausa, pensando en el ritmo, en salir a tiempo, Ibone y Donchu iban los primeros y luego yo, ¡y de pronto llegó un momento en que ya estaba casi fuera!
Y cuando salí por fin ¡fue genial!
El prado nocturno estaba en calma, no hacía ni pizca de frío, casi había una brisa suave, y empezaba a salir una luna rojiza con un resplandor amarillo filtrada a través de unos jirones de nubes lisas. Era muy, muy bonito.
Eran las nueve y los primeros ya estábamos fuera y un ratito después ya estábamos todos cambiándonos y yendo a por Inés ¡y a por la cena!
Y el día acabó como acaban las aventuras de Asterix y Obélix, con un festín, y una celebración pues tras tanto contratiempo todo salió bien y disfrutamos una vez más de los lugares y momentos mágicos que la naturaleza nos brinda.
Gracias por todo, lo primero a la Pachamama, jajja, gracias a los compis, y gracias a la gente de la zona que nos ha hecho un huequito para que podamos dormir a cubierto, y a todos lo que echaron una mano con los contratiempos que hubo previos.
Un placer como siempre, me llena de orgullo y satisfacción estar en este club, jajajajajaj. (Aunque los compis de otros clubes con trajes de espeleo de colores también son geniales ; P )
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